Ensayo «La cancha. Donde los invisibles pueden todavía hacerse visibles» de Eduardo Galeano

Un análisis a través de varios textos del escritor uruguayo Eduardo Galeano y en donde habla sobre la cultura de este deporte y el impacto que ha tenido en las sociedades, tanto bueno como malo. Muchos intelectuales critican y lo consideran una herramienta más de control sobre las masas y fuente de toda ignorancia; sin embargo, otros, apuestan por la idea de que la cancha y el balón también pueden utilizarse como símbolos de protesta, albergar movimientos sociales, ser espacio para el diálogo o el combate; recintos, incluso, que han servido para acontecimientos históricos como las dictaduras de Latinoamérica o el nazismo en Europa. Eduardo Galeano explora la idea de este arte deportivo también como rebelión, como grito, una forma más de hacer concebir las pasiones humanas, comunicar, entendernos desde la parte más primitiva, pero finalmente entendernos. Galeano contrapone la idea intelectual del deporte como arma letal contra la cultural, y demuestra cómo ha estado también presente en los asuntos más devastadores, pero también en actos liberadores, de nuestras sociedades en los últimos tiempos.

Víctor Daniel López
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Reseña del libro “La polvera” de Miguel Torres

Miguel Torres, considerado como uno de los mejores cronistas literarios bogotanos, nos demuestra siempre una imagen de la capital en diferentes épocas y hechos del tiempo. Sus obras siempre revelando la cruda verdad que, pareciera, es la misma siempre, y que sólo ha ido cambiando de rostro, para disfrazarse un poco; a veces viniendo de las montañas, otras en forma de lluvia, cuando le da la gana de los llanos o de los páramos. Pero siempre el mismo rostro, las mismas verdades que crecen y descrecen, pero permanecen.

En esta novela corta, “La polvera”, editada por Fondo de Cultura Económica en México, Miguel Torres nos trae de nuevo su pasión tóxica por esta ciudad a través de una historia de amor poco convencional. Galo y Tristana se conocen en medio de la pobreza y la prostitución, en noches y días donde uno deambulo en busca de otro, de algo. El amor, en medio de la miseria, nace como nacen las flores en jardines abandonados. Se lucha por los sentimientos y el cariño encontrado; ambos se sienten como en casa en compañía del otro, pero cuando salen, se separan y se enfrentan al mundo en solitario, vuelve la realidad con ese rostro del que ya he hablado. La delincuencia, el hambre, la violencia.

Mientras vamos por el mapa, avanzando por la Séptima y adentrándonos en los barrios más peligrosos de Bogotá, llegamos a percibir también el olor a durazno de Tristana, que su nombre viene de su tristeza, antes de conocer a Galo. A pesar de los lugares más lúgubres, de la exposición ante el peligro a través de una vida de prostitución, sentimos la consolación ante el mágico acto de unir el cuerpo con otro, sobre todo si es el del ser amado. La unión en medio de una separación. La juventud como acto noble para combatir todos los males del mundo.

Afuera se está desatando una guerra, para la cual, sólo los enamorados ignoran porque viven en sus sueños y en el deseo de estar juntos, porque todo lo demás sobra, y no importa. Afuera llueve y se revientan las estrellas. Adentro, se trata sólo de sobrevivir, al costo que sea. “La polvera” está llena de una prosa sutil y una descripción bien lograda de aquella ciudad que habla siempre de sus defectos, pero con un suspiro de esperanza que hace que siempre queramos regresar a ella, enamorarnos, y olvidarnos de todo cuanto sucede alrededor.

Víctor Daniel López
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Reseña del libro “El resplandor y la sombra” de Santiago Espinosa

Para muchos las montañas representan algo más que un paraje natural. Son un espacio místico, fuente de toda la vida, lugar de donde viene el agua a través de los ríos, las lluvias y la niebla de los páramos. Allí se origina el verde que se extiende, amplio, sobre los árboles y valles, el verde de los campos, las lagunas y hasta el reflejo de los mares. También de donde vienen las palabras que, envueltas en viento, se esparcen como poesía para alcanzar a tocar cada rincón; bajo las piedras, en las noches donde no duerme el lenguaje.

Así, escritores y poetas han dedicado sus vidas y obras a desentrañar los misterios que allá se encuentran, enterrados bajo tierra y entre el tiempo. Y es en este extraordinario libro que el escritor colombiano, Santiago Espinosa, nos regala un hermoso ensayo sobre el tema: un análisis poético sobre la belleza de las montañas. Con “El resplandor y la sombra”, hace un repaso por las sierras, montañas, nevados y volcanes que atraviesan toda la región Latinoamericana a través de una búsqueda de la poesía y la palabra como sombras de aquellos paisajes portentosos, tan llenos de magia, tan llenos de secretos, mitologías y cuna de civilizaciones antiguas con tradiciones tan distintas a la de las grandes urbes.

Santiago Espinosa divide este recorrido en capítulos separados por región: Iniciando por México y los mitos del Popocatépetl e Iztaccíhuatl, y las sierras que atraviesan el país. Desde Centroamérica y los volcanes de Guatemala y su mística ciudad de Antigua, para pasar el viaje a Sudamérica y los Andes: Colombia, Venezuela. La pampa uruguaya. Bolivia y Chile. Y mientras vamos sobrevolando aquellas montañas pareciera que nos van recitando al oído poemas y líneas de Rulfo y de Paz, de Neruda, Vargas Llosa y García Márquez, o Huidobro, Vallejo y de Borges. Santiago Espinosa analiza la poética desde la inspiración por las montañas, musa que hechiza y hace hablar hasta agotar todas las palabras, y aún quedan versos ocultos por revelar, porque para describir las montañas, el lenguaje es insuficiente; porque por más que nos intentemos acercar a ellas, habrá siempre la sombra, dentro de ellas, ocultando su origen y letras que desconoceremos, porque están más allá del alcance del entendimiento humano, más allá de la conciencia y del alma, del otro lado del resplandor que brota del horizonte de los picos más altos que llegan hasta las nubes.

El resplandor y la sombra”, editado en México por Fondo de Cultura Económica, es una de las mejores obras, en este género, que he leído y disfrutado tanto. Cada línea está llena de admiración, de poesía y de amor. Cada imagen nos hace conocer Latinoamérica desde las alturas y a la distancia, mientras nos va acercando también a nosotros mismos, como hombres y ante la fuente de toda naturaleza que termina maravillándonos. No es por nada que los máximos exponentes de la literatura y poesía latinoamericana tengan algo en común: que sean grandes admiradores y amantes de las montañas que se imponen ante el mundo como algo bello y majestuoso. La mejor poesía para los ojos.

Víctor Daniel López
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Reseña del libro “La hora gris” de Eduardo Otálora Marulanda

No cabe duda de que la literatura colombiana es una reliquia que se ha ido construyendo con el paso de los años sin desgastarse ni bajar de peldaño. La imaginación y la poética nos traen historias con discursos que siempre pueden verse tanto político como románticos, sociales o que hablen desde la pura emoción; exploración de la naturaleza humana, desprendiendo todas sus capas, para dejar al desnudo las piedras y raíces, toda la tierra y el barro de donde hemos brotado.

Asó sucede con la novela futurista, post-apocalíptica, “La hora gris”, del autor bogotano Eduardo Otálora y ganadora del Premio Nacional de Novela Ciudad de Bogotá 2019. La literatura latinoamericana explorando el género de ciencia ficción en uno de sus ejemplos mejor logrados, sólo así para mostrarnos, a través de mucho simbolismo y nuevas mitologías, un destino no tan lejano a partir de este punto de partida, en donde la destrucción final puede ser el paso siguiente a una epidemia o una guerra o el cambio ambiental. Un nuevo orden mundial, una restauración del planeta, eliminando de a poco al ser humano, principal actor de la catástrofe, que, a pesar de todo, intenta por sobrevivir, perdurar nuestra especie, a costa de lo que sea necesario.

Eduardo Otálora nos trae esta historia trágica y sobrecogedora, que no se puede leer de rápido por la fuerza que tiene. Uno debe parar, tomar aire, dejarla un rato y seguir después. El terror y la náusea vienen tras ser testigos de aquellas horas grises en un lapso de tiempo que, aunque no se dice, se supone corre alrededor de miles de años, para ver, palpar, oler la devastación y la muerte. La novela inicia al desatarse una epidemia a causa de la lluvia tóxica, contaminada, que de pronto cae de los cielos, haciendo que la gente enferme al extremo hasta morir. A partir de entonces leeremos el fin del mundo y del hombre pasando por las emociones e instintos más primarios del ser, tocando el horror y la tristeza, viendo la lucha y la supervivencia.

Dividida en tres capítulos se nos muestra el transcurso de esta catástrofe en tres tiempos muy distantes entre sí:

1. La primera parte cuando estalla la epidemia y acompañamos a una familia que desciende de las montañas, recién contagiados, y entonces nuestro protagonista, el niño, va perdiendo a todos hasta quedar él sólo. Su misión: llegar a la torre en donde, les aseguran, se promete la protección ante lo que ocurre allá afuera en el mundo. La tragedia con las lágrimas, la tristeza, el calor que se vuelve frío, la soledad y el silencio envuelven cada palabra y línea de esta primera parte.

2. La segunda parte son muchas décadas o cientos de años después, y nos presenta lo que sucede al interior de la torre a través de los ojos de una niña que, como los otros, sólo es un tornillo más. Un intento por una nueva estructura y orden social. La monstruosidad de la Gran Máquina, y cómo los supervivientes siguen siendo víctimas ahora de un terror que, por haber nacido dentro de él, ignoran como terror. Todos son parte de un sistema aniquilante, en donde se tiene que sufrir la tortura (emocional y física) para poder pertenecer a otra categoría y evitar ser sacrificados. A las mujeres se les viola, a los hombres de les tortura, los mutilan; la narración nos lleva hasta el extremo hasta tener ganas de querer vomitar. Quizá se trate también de un mensaje socio-político-económico, pues su lectura no dista mucho de la sociedad a la que hoy pertenecemos.

3. Para la tercera parte todo ha terminado, salvo un niño y su abuelo: únicos sobrevivientes que restan en el mundo. A través de la plática y las memorias, observamos lo sucedido para llegar hasta allí, el extremo llevado al extremo, la lucha entre hombres para al final sobrevivir lo más que se pueda. El canibalismo y los nuevos mitos formados en ese mundo nuevo, de horas más grises, oscuras, encerrados en una cueva con paredes impregnadas de tenebrosidad y melancolía, esperando la última hora, el fin del final: el momento en que se los lleve el mar.

“La hora gris”, publicada ahora en México por Fondo de Cultura Mexicana, es quizá uno de los mejores aciertos del año. Hace mucho que no leía algo parecido, un libro que aterrara tanto hasta desear leer aunque sólo fuera un pequeño rasgo de esperanza. Una lectura para releerse una y otra vez, con grandes pasajes memorables, mucho simbolismo, metáforas, una narrativa extraordinariamente poética, pero en especial, que da lugar a una reflexión que todos debemos hacer como sociedad. Sea a través de la catástrofe ambiental, de las guerras, los modelos económicos, cualquier tipo de odio, de destrucción o de codicia, podemos estar muy cerca ya de llegar a nuestra propia “hora gris”.

Víctor Daniel López
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Reseña de la antología poética “Pessoa múltiple”

¿Cuántos de nosotros no tenemos distintas máscaras que mostramos a los demás? Distintos rostros. Distinta voz. Distintos nombres. Para el poeta portugués, Fernando Pessoa, esto no era un secreto. Él tenía muchos rostros con distintos ojos que miraban las cosas distinto, una voz para nombrar las cosas de diferente modo. Volverlas sagradas para, si no entenderlas, acercarnos a ellas desde la belleza, y así entonces, elevar el espíritu y comulgar la poesía que de sus distintas plumas salía como sale el vuelo de un ave: como por inercia, como por fuerza, porque está obligado a que así suceda. Y sucede lo inevitable, no hay más. Escribe las letras que tienen qué brotar, porque hay un sol, que es voz, y esa voz son distintas voces, distintas miradas, distintos nombres.

Se dice que Pessoa tuvo hasta más de ciento treinta heterónimos, personalidades diferentes que, incluso aseguraba, poseían distintas cartas astrales. Para cada escritura, una voz diferente, aunque al final todos sus poemas terminaran formando un sólo universo en donde cada poema se alimenta del otro, y van de la mano, son ejes en circulación, astros interconectados. Ese universo se llama “Pessoa múltiple”; en donde, si uno se adentra en él, es capaz de obtener una sabiduría que difícilmente se encuentra en el mundo. Para mí, los poemas de Pessoa son casi como escrituras sagradas. Revelan la verdad. Nos acercan al origen. Existen para interiorizarlos mientras nos entendemos; nos los adueñamos para ver el mundo de otra forma, para sentir la vida de otra manera.

Pessoa el sabio, el hombre celoso de su privacidad, el poeta, el “Whitman renacido”, el portugués andante. Cada uno de sus personajes ficticios inventados forman parte de él. Puesto que, o bien todo él era una ficción, o sus ficciones eran pequeñas verdades de él. “Pessoa múltiple” nos trae esta antología en donde nos muestra que él mismo es una antología, como lo declaró alguna vez. Algunas de las personalidades que vemos en este libro editado por Fondo de Cultura Económica, son Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Álvaro de Campos, en los que podemos apreciar sus estilos tan diferentes, casi como si en verdad fueran personas distintas. Pero en todos los poemas, sus múltiples voces, podemos ver una línea invisible que va trazando el camino, el propio camino de Pessoa: la constante búsqueda de algo. El entendimiento y la nada; la vida y el vacío; la verdad y la mentira. Este libro podría pasar casi por una obra adaptada a la poesía de las Meditaciones de Marco Aurelio. No sólo es arte, sino que también tiene un peso espiritual muy grande.

Tal vez lo que Pessoa nos quiso enseñar con todo esto, es que no hay seres individuales, sino todos somos el mismo ser. Las verdades son las mismas para todos, como las emociones, y como la belleza. Tal vez todos formamos parte de esta gran antología múltiple, y sólo si tenemos la humildad para acercarnos y entender un poco de lo que trata, podamos llegar a conocernos a nosotros mismos.

Si después de morirme quisieran escribir mi biografía  
no hay nada más sencillo.       
Tiene sólo dos fechas  
la de mi nacimiento y la de mi muerte.  
Entre una y otra todos los días son míos.

Fernando Pessoa/Alberto Caeiro

Reseña del libro “Antártida” de Fabián Espejel

“Antártida” de Fabián Espejel fue la obra ganadora del Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2023, al ser considerada, según su jurado, como una antología de «alta densidad poética que confiere un nuevo impulso a la crónica en la poesía mexicana». A través de un trabajo bien documentado, en el que se traspone material de archivo con líneas poéticas del joven escritor mexicano, nos subimos a bordo del navío que llevó a Roald Amundsen a ser el primero, junto con su expedición, en navegar hasta el Polo Sur en 1911.

Un conjunto de cartas, poemas y testimonios nos envuelven del aura antártica de aquel rincón alejado del planeta, en donde pareciera imposible albergar la vida, pero que, con poesía, puede uno ser capaz de tocarla al invocar el pasado, mezclarla con otros sentimientos que se relacionan con los vividos por la tripulación, como la soledad, la desesperación y el abatimiento, a bordo del Fram.

Los abismos vividos en la expedición sirven de conector para plasmar experiencias propias del poeta, como el amor, e incluso para adentrarse en un espacio espiritual, de búsqueda y de esperanza. Nos habla sobre irse, sobre llegar. El acto mágico de viajar: lejos o hacia dentro. El insomnio, la noche y el mar. El frío y el miedo. Un océano finito para sensaciones infinitas.

“Antártida”, obra de gran innovación en su construcción narrativa, nos muestra una nueva forma de escribir poesía. Une sentimientos a través de la crónica. Es un viaje introspectivo que nos hace ponernos abordo sobre el navío, navegando en altamar a veces sin dirección. Es una fábula marina. Una bitácora de glaciares derretidos. Es un regreso a Ítaca.

Víctor Daniel López
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Reseña del libro “Todo llevará su nombre” de Fermín Goñi

Fermín Goñi, escritor y periodista español, ha sido desde siempre un apasionado por la historia latinoamericana desde la perspectiva revolucionaria y de independencia, siguiendo los pasos de grandes personalidades, como Simón Bolívar, a quien en esta novela le dedica sus palabras en un bello homenaje a los últimos días que pasó el libertador.»

“Todo llevará su nombre” (un título que no podía sonar más poético), es la biografía novelada del militar que cambió el curso del norte de Sudamérica. A través de una prosa sutil y estructurada, nuestros ojos se suman a los de los testigos que acompañaban a Bolívar durante las últimas semanas que pasó aislado en su casa de Santa Marta. Rememoramos algunas de sus batallas, sus victorias, pero también derrotas, principalmente las traiciones de muchos de sus hombres, y el poder de la ambición que a muchos les ganó y que estaba ocasionando la división de países como la de Venezuela de Colombia. La mirada triste del general, al ver sus ojos, por última vez, cómo todo lo que había construido en los últimos años se estaba desmoronando. América Latina estaba retrocediendo, y caía en lo mismo. Tanta batalla, ¿para qué? Se lamenta, tal vez reflexiona, pero no se arrepiente, porque sabe el cambio que llevó y del que servirá para la posteridad.

Simón Bolívar, el hombre que había sido capaz de ser invencible, ante todo, ahora se encuentra perdiendo la batalla ante una tuberculosis. La fragilidad hasta en el hombre más valiente. Una historia para recordarnos, también, que todos, por más lo que logremos, somos humanos. El mismo destino para todos. “Todo llevará su nombre” es más que una narrativa sobre su muerte; trata de acercarnos, con humildad, al ser humano que habitaba dentro del libertador. Un hombre con miedos, con debilidades. Del otro lado del mundo, en Europa, hasta hacía poco había habido un nombre llamado Napoleón. Su destino, también, fue la derrota. Hay una relación que incluso se ve en el libro, por parte del médico que atendió a Bolívar en sus últimos días. Y también, la relación de la pérdida. La muerte como reconciliación, tal vez. Pero el mismo destino. La misma tumba. El mismo nombre para todos.

Víctor Daniel López
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Reseña del libro “Palabras en el desierto” de Eduardo Mosches

“Palabras en el desierto” es la nueva antología poética del escritor argentino Eduardo Mosches que nos regala con la intención de “acercarnos a lo humano”. En orden alfabético, por casi cada letra un poema, o dos o tres, Eduardo escribe alrededor de un tema que lo cautiva, hechizado por la vida y la naturaleza, dando trazos de color con un pincel que es capaz de plasmar también lo humano y lo que habita dentro: en las emociones y los pensamientos.

Palabras que brotan como flores en el desierto, a través de una poesía sutil pero refinada, nos hace no solamente ser testigos sino también tallos y ramas, pétalos que florecen al cielo, desde el barro. La danza y el fuego para sentirnos vivos y para hablarnos de lo que da vida a todas las cosas alrededor nuestro. La lluvia que hace brotar palabras desde el corazón, para seguir latiendo y seguir teniendo más cosas por decir. Los viajes y los sueños que nos llevan a parajes inesperados, navegando por ríos, como nave en viacrucis que busca desembocar en el mar infinito y traernos la inmortalidad en el pasado y la memoria. Todo se torna verde, hasta las tinieblas y los gatos. Y entonces, así, nos detenemos-convertimos en el tiempo mismo.

Este poemario, publicado por Fondo de Cultura Económica, nos habla sobre lo esencial, lo simple pero lo bello. Lo que somos dentro, pero a causa de lo que afuera ocurre y nos transforma. Mosches escribió estos poemas durante el confinamiento de la pandemia del COVID, tal vez con la intención de hacerse recordar, y a la vez a nosotros, la fuerza de la belleza que sigue ocurriendo todos los días, a pesar del duelo y la tragedia.

Víctor Daniel López
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Reseña del libro “Memorias de un sargento de milicias” de Manuel Antônio de Almeida

Una de las obras brasileñas literarias consideradas más importantes del siglo XIX es esta novela del escritor Manuel Antônio de Almeida en el que nos relata la vida ficticia del protagonista Leonardo, a un estilo realista con voz satírica y ácida.

Un retrato caricaturesco. Una burla a la biografía. Aunque su estilo pueda costar trabajo de encajar en los ojos lectores contemporáneos, e incluso cansar, fue una voz que caracterizó a las novelas de aquellos tiempos. Hablando como se habla a un amigo, contando una anécdota, relatando las memorias, que no siempre tienen que estar hechas de grandes hazañas y tragedias. Se normaliza la normalidad. Y se narra como se habla. La estructura no es lineal, avanza, a veces da brincos, y no da explicación ni pide disculpa. El tiempo y los hechos corren a su antojo.

Editada y publicada en México por Fondo de Cultura Económica, esta novela nos acerca al costumbrismo y a las tradiciones vividas hace siglo y medio en Río de Janeiro. Su aire y su sangre son lo que la hacen una novela tradicionalista que, por ello, años después se volvió una de las fotografías literarias que mejor retrataron los años brasileños y su gente, burlándose así mismo de ella. No es realismo mágico, como décadas después sería. Es realismo simple. No hay magia. Sólo días que pasan sin pena ni gloria.

Esta es una obra a la que el tiempo le ha pasado encima, y en mi opinión, hoy en día es difícil de encajar. La vida picaresca de Leonardo la vemos recorrer desde su nacimiento, pasando por su infancia traviesa y su adolescencia rebelde, hasta llegar al momento en que lo hacen sargento. Pero no es una historia que se quede. Avanza para irse a perder. Quizá ni la recuerde. Puede que en su tiempo tuvo importancia, pero hoy, los tiempos son otros, y la literatura al final se mide por el paso de sus años.

Víctor Daniel López
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Reseña del libro “Joana” de Joan Margarit

Joan Margarit es quizá uno de los poetas más leídos en lengua española. Ganador del premio Cervantes en 2019, pero que no pudo recoger a causa de la pandemia; y dos años después nos dejó al perder su batalla contra el cáncer. Joan Margarito nunca creyó en la vida después de la muerte. Era escéptico a tantas cosas más. Pero de las pocas cosas en que creía, una de ellas, era la poesía: la capacidad para dejar toda la vida con sus sentimientos, ideas, pasiones, miedos, impresiones y emociones. Los poemas como legado, tal vez no al mundo, pero sí al recuerdo. Que sirva como memoria, porque mientras haya sólo una persona que los lea, siguen vivas las palabras y, por tanto, el aliento de donde salieron.

Así, en esta antología poética que se publicó en 2002, y que ahora es reeditada por Fondo de Cultura Económica, no es otra cosa más que un homenaje a la hija que perdió hace dos décadas a causa del síndrome de Rubinstein-Taybe. Joana. La nombrada igual que a su padre. La tranquila, la serena. La que luchó hasta el final por mantenerse despierta, atenta al mundo, sensible de vida. Este es el testimonio de los últimos ocho meses de vida de su hija, la que tanto amó y cuidó, porque sabía que el amor era lo único que podía contribuir verdaderamente a su bienestar. Joana. La que nunca dejó de ser una niña y pintaba como pintan los que están libres de jaulas. La portada de esta edición es preciso uno de sus dibujos. Pájaros azules y verdes volando. Libres de enfermedad, inmunes al deterioro del tiempo. ¿Quiénes no hemos tenido alguna vez un pájaro azul encerrado? Joana lo liberaba siempre, soñaba, en las nubes flotaba.

No es el único libro que le dedicó Margarit a su hija, ya antes había dedicado cantidad de textos, profesando su amor y la idolatría por ese ser que era toda su luz y océano y mediterráneo. Pero sí es la dedicación más directa. Su poesía, como siempre, es libre de pretensiones. Plasma tal cual lo que siente. El miedo y la angustia. El dolor y el duelo. Los días que pasaba en el hospital al lado de la hija que se le estaba yendo. Se la estaban arrebatando. Y Margarit da rienda suelta a su pluma para decirle que no se vaya, que no lo deje sumergido en el desamparo y la soledad de un mundo en donde no podrá vivir sin ella. Las ventanas del cuarto de hospital que dan a la noche. La lluvia que cae como letargo. El silencio que se hace de pronto, cuando muere, y se extiende por días y meses. Sólo silencio. Porque no hay nada más qué decir. Intenta sacar, inventar palabras, pero no hay palabras que alcancen para llorar y romperse. No hay milagros. No hay cura. No hay vuelta atrás. Sólo la tramontana que barre el mar. Barrerá el tiempo, y sobre la arena, dejará los recuerdos. Como la poesía, que siempre quedará para declamarse, a grito tendido, hasta que llegue al fondo el mar, en donde yacen los restos de una barca por la que navegamos mientras hubo sol.

“Joana” es una compilación de poemas poderosamente sensibles. Nos rompen. Lloramos junto a su padre. La conocemos mejor. Deseamos que nuestros hijos jamás, pero nunca, se vayan antes que nosotros. Queremos un cuento, permanecer más en el espacio y el tiempo. Nadar un rato más en el Océano Atlántico. Sentir, tener tiempo para amar más. Capturar todas las fotografías que más podamos para colgar a la pared. Desearíamos el amor fuera catedral de Gaudí, que casi casi, mientras se viva, pueda ser interminable.

Víctor Daniel López
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NO HAY MILAGROS

Llovía con desidia.       
Diecinueve de octubre, las nueve de la noche. 
Joana iba asustada hacia el quirófano  
en nuestra compañía.  
Cuanto entró nos quedamos a esperar 
en la salita mal iluminada junto a los ascensores.         
Cuentan que en un intento       
de salvarse le dijo te quiero al cirujano.
Creíamos que un hada podría devolvernos      
a Joana, tranquila, la de siempre,        
con sus confiados ojos centelleantes.   
A las once, mirábamos
las gotas de la lluvia en el cristal          
como si resbalaran por la noche.          
La noche era una hoja de guadaña.

Joan Margarit