Residencia de Estudiantes de Madrid

Finalmente, después de varios intentos, pude conocer la Residencia de Estudiantes de Madrid. El epicentro de la vida cultural e intelectual de aquella España del periodo de entreguerras. El centro latente de la Generación del 27, el encuentro brillante de un talento que habría de perdurar, crear nuevas corrientes, volverse eterno. Desde 1910 se mantienen sus edificios en uno de los barrios más tranquilos y bonitos de Madrid: El Viso, en Chamartín. Hoy, ya nombrado Patrimonio Europeo. Sobre la «Colina los Chopos» se levanta la arquitectura de Flórez Urdapilleta, y entre los pasillos y los árboles, paseando entre sus jardines a la sombra o al cielo, de la primavera o de abril, se siente la energía y se escuchan los murmullos de todos los que han pasado por allí, viviendo, o simplemente cruzando noches de paso. En este lugar fue en donde se conocieron Dalí y García Lorca. Aquí germinaron las primeras semillas de lo que sería el surrealismo, entre Dalí y Buñuel. Grandes escritores de la literatura iberoamericana como Unamuno, Ortega y Gasset o Juan Ramón Jiménez, e incluso desde México, Alfonso Reyes. Genios que estuvieron de visita como Einstein, Stravinski, Marie Curie o Claudel. Manuel de Falla, Luis Cernuda y Severo Ochoa también vivieron aquí. Una huella de revolución de ideas. El silencio emerge al mediodía en fin de semana para dejar hablar a los muertos. Y después, cuando los estudiantes vuelven y bajan de sus dormitorios, los vivos son resucitados de ideas que se mantienen vigentes. Sobrevivió a la Guerra Civil y al Franquismo, ya más de cien años que ha sido campo de flores, de ruiseñores y noches. Aquí se celebró el último concierto y acto público de Chavela Vargas, quien, en silla de ruedas, y apenas ya sobreviviendo, dedicó sus últimas canciones a García Lorca, con quien vivió en su cuarto durante largos periodos en la residencia. Con grandes presencias, como Almodóvar, Miguel Poveda, Joaquín Sabina y Miguel Bosé, Federico, a través de la dama de poncho rojo, aquel verano de 2012 volvió a la vida. Y la poesía llovió. Semanas después, al Chavela volver a México, murió. Había ido a entregar su último suspiro. Fue en esta residencia donde sucedió todo esto, donde tanto ha sucedido, y seguirá sucediendo. Porque es un espacio mágico, escondido en medio de la urbe de una ciudad que lo desnuda todo, como Madrid. Un lugar verde que han inmortalizado tantos que han venido a este mundo sólo para embellecerlo.

Víctor Daniel López
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Ensayo «La cancha. Donde los invisibles pueden todavía hacerse visibles» de Eduardo Galeano

Un análisis a través de varios textos del escritor uruguayo Eduardo Galeano y en donde habla sobre la cultura de este deporte y el impacto que ha tenido en las sociedades, tanto bueno como malo. Muchos intelectuales critican y lo consideran una herramienta más de control sobre las masas y fuente de toda ignorancia; sin embargo, otros, apuestan por la idea de que la cancha y el balón también pueden utilizarse como símbolos de protesta, albergar movimientos sociales, ser espacio para el diálogo o el combate; recintos, incluso, que han servido para acontecimientos históricos como las dictaduras de Latinoamérica o el nazismo en Europa. Eduardo Galeano explora la idea de este arte deportivo también como rebelión, como grito, una forma más de hacer concebir las pasiones humanas, comunicar, entendernos desde la parte más primitiva, pero finalmente entendernos. Galeano contrapone la idea intelectual del deporte como arma letal contra la cultural, y demuestra cómo ha estado también presente en los asuntos más devastadores, pero también en actos liberadores, de nuestras sociedades en los últimos tiempos.

Víctor Daniel López
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Ópera «Romeo y Julieta» de Charles Gounod en el MET 2024

Todos hemos sido Romeo. Todos hemos sido Julieta. Quien no se ha enamorado intensamente no se ha enamorado bien. Quien no vivió el amor joven no sintió su versión más fuerte, emoción pasional, querer darlo todo para no terminar de amar. Conocemos esta historia en todas sus formas, nos la han repetido hasta el cansancio. Tantas versiones hay en cine, en teatro contemporáneo, en música y en ópera. Pero no hay ninguna versión de este último arte que respete tanto la obra de Shakespeare y que sea tan hermosamente sublime como la de Charles Gounod. Con «Romeo y Julieta», para muchos, compuso su obra maestra, superando tal vez a su inmortal Fausto. Para algunos se trata solamente de algunos dúos unidos entre sí, y a lo mejor sí es una ópera de dúos, pero qué dúos tan tremendos. Para todos se deja a un lado el contexto social, pero ¿qué importa? A veces sólo vamos a la ópera para querer volver a sentir. En este caso, desear regresar a ser jóvenes y amar como antes se amó, sin muros levantados a nuestro alrededor. Gounod utiliza la música para envolverlos e irnos seduciendo, a través de ese leitmotiv que se despierta desde la escena del balcón y que se prolonga por las casi tres horas hasta el final, justo cuando la orquesta estalla haciendo llorar cada instrumento en todas sus notas. Nos recuerda a Tristán e Isolda de Wagner, y no sólo por este elemento continuo en la orquestación, sino también por la historia. Sólo el amor puede consumarse de noche, únicamente a la noche clara los amantes, el beso y los cuerpos, antes de que llegue el amanecer (la noche: la unión / el día: atentando contra ellos). En la música escuchamos influencia también, además de Wagner, de Mendelssohn, e incluso podemos anticiparnos a la música de Massenet. Se percibe la experiencia previa de Gounod en sus misas que compuso, y además somos testigos del sello que le puso la mano del gran Bizet, pupilo de Gounod, quien ayudó a componer las partes del recitativo a solicitud de éste. «Romeo y Julieta», obra del romanticismo operístico en todos los sentidos, formó parte de la actual temporada del MET con dos protagonistas de enorme talla: La bellísima y potentísima Nadine Sierra que logra unas acrobacias que traspasan el terreno de lo posible, y que deja de ser Nadine para convertirse de verdad en Julieta (Julieta poseída, con una voz poseída que alcanza a tocar la frontera con la muerte); y del otro lado, en Romeo, una voz que se ha ido descubriendo y colocado de poco en poco en las primeras ligas, la voz que proviene desde el diafragma pero también de las vísceras del gran tenor francés Benjamin Bernheim. Esta puesta ha dado mucho de qué hablar. Y nos comprueba que no sólo Romeo y Julieta, sino Shakespeare, el teatro de Shakespeare, siempre podrá tener el mismo discurso en cualquier tiempo y en cualquier espacio. Porque el teatro es espejo, es diálogo. Así que el más grande dramaturgo de todos los tiempos seguirá estando siempre presente, hablándonos de temas que prevalecerán mientras continuemos como hombres sintiendo, luchando, complicándonos, situados en la frágil batalla entre el bien y el mal, pero, ante todo, no siendo capaces de ignorar el sentimiento más grande que se nos ha dado; sino al contrario: poseerlo, dejarnos consumir por él, y amar. Simplemente amar.

Película «Poor Things» de Yorgos Lanthimos

Pobres criaturas las que somos todos en este laberinto de Teseos y minotauros, en el que la mujer queda excluida de la historia, abandonada, transformada su mito a múltiples mitos, porque su historia sólo es secundaria y pasa a ser olvidada. Así la nueva obra de Yorgos Lanthimos, «Poor Things», que pareciera ser parte de una mitología moderna en donde se intenta resarcir todo el daño y el olvido que ha sufrido el ser femenino. La protagonista, Bella Baxter, por una majestuosa e inigualable Emma Stone (quizá su mejor papel en toda su carrera hasta el momento), nos muestra a una joven inglesa que nos trae una historia actual del moderno Prometeo, un monstruo resucitado como el del Dr. Frankenstein. Ella había muerto tras lanzarse de un puente para acabar con su vida, sin embargo, el científico, también primer actor Willem Dafoe, la rescata y la trae de vuelta, trasplantándole el cerebro del feto que cargaba en sus entrañas. Bella es niña, no es consciente de lo sucedido. Actúa con un retraso nervioso y sensitivo, siendo dominada desde entonces por el hombre. El que la trajo de vuelta, el que se ha enamorado de ella, el que la quiere sacar a ver el mundo, el ex marido que la desea recuperar. A partir de entonces, la mujer contra el hombre, la mujer contra el mundo, en una historia de liberación femenina, sexual y de empoderamiento, en donde, además de ver una transformación espectacular en la actuación de Stone, percibimos el coraje de una mujer que ha decidido desprenderse de todas las connotaciones que le han sigo asignadas desde el nacer, todos los prejuicios y los roles, su figura en el mundo y la sociedad. El estilo steampunk en la fotografía, la dirección artística y de cámaras, hace de esta comedia gótica-oscura, a través del retrofuturismo, un agasajo visual en el que ni un sólo minuto es desperdiciado en la cinta. Todo es goce y reflexión. Metáfora y filosofía (nihilista o hedonista). Es un zoológico de bestias hambrientas por destacar en el mundo o la sociedad, cada uno a su manera, y Ellas, desde una posición menos privilegiada. Bella conoce el amor, el sexo, pero también el horror y el poder. Se interna en los confines del mundo para conocer lo peor de él, y sólo así decide salir para mejorarlo como pueda, desde donde sea. Su prostitución no es carnal, es una prostitución liberal e incluso intelectual. Las bajas pasiones, los peores dolores, la ambición y la avaricia, el perdón y la nobleza. Este filme, adaptación de la novela homónima de Alasdair Gray, es algo más de lo que nos pareciera mostrar a simple vista. Es una comedia humana, una fábula del empoderamiento femenino, una reflexión sociológica actual; una cirugía que nos hacen, mental, para pensar las cosas de distinta manera a como siempre las hemos pensado, las hemos hechos, y las seguimos haciendo. Pobres criaturas somos todos en este circo de mutilados, quimeras, operados y metamorfoseados.

Víctor Daniel López
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«Bajo el volcán», Malcolm Lowry

Bajo el volcán. Los volcanes de Puebla. A las faldas, en donde la nieve no llega. A lo lejos, al oeste, en la antigua Cuernavaca. Ahí es la locación en la que el propio Malcolm Lowry vivió un tiempo, periodo en el que intentaba rescatar su tóxica relación con Jan Gabrial. Había tocado ya fondo en su alcoholismo, hasta había sido internado en Bellevue. Su amor con aquella mujer jamás sanó, y él terminó de entregarse a su perdición. Allí, en Cuernavaca, a lo Chavela Vargas. Después, en Oaxaca. Su obra más famosa, «Bajo el volcán», y no sólo eso, sino considerada la más importante del siglo XX literario, nos acerca a aquellos días de lucha por recuperar lo perdido, por encontrarse, recuperar a la mujer que ama; pero como no puede, se entrega al tequila y al mezcal hasta terminar ahogado todos los días en una turbulencia que llega a tocar los infiernos. Abre la tierra, desciende al fuego. Geoffrey Firmin, el protagonista, el mismo autor, ha sucumbido ante la histeria de no lograr salir de aquella oscuridad, por más que desee. Los volcanes, a lo lejos, y las calles de Cuernavaca, de México, de Oaxaca, nos hablan con una prosa que hasta pareciera también estar ebria, ebria enamorada, que endulza los oídos, y nos hace sentir también bebidos de alcohol. Su exmujer Yvonne, y su hermanastro Hugh, son la causa de su delirio. Locura efervescente que expira mezcal. Esta es una novela sobre la caída del hombre, el descenso al inframundo de las pasiones, y la derrota ante las adicciones que terminan por cegarlo a uno. Por el recorrido de estos capítulos somos capaces de sentir esa sed, sufrir la resaca, inyectarnos tequila en la sangre para que las palabras y los pensamientos puedan correr como bestias enfurecidas. Todo esto con la celebración del Día de Muertos como telón de fondo. La fiesta y el jolgorio. Los fuegos y los toros. Me recuerda, por muchos momentos, a la majestuosa «Fiesta» de Hemingway y sus Sanfermines de Pamplona. La melancolía y la soledad, después de la fiesta y la compañía. Los monólogos internos me traen a Virginia Woolf y a Joyce. Todo, con su estilo único. Embriagante. Delirante. Esta, sin duda ni temor a equivocarme, es una verdadera joya, maestra literaria.

Víctor Daniel López
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Cierre de la gira «Mundos inmóviles derrumbándose» de Nacho Vegas

Los mundos inmóviles retomaron su rotación, y todos los planetas giraban cuando se fueron las luces y apareció Nacho y su banda, que más que eso parecen hermanos, amigos, amantes. Con N.V. la música y poesía se unen siempre. Sus letras, qué letras son. Llegan a las entrañas. Con música revienta el alma. Comenzó a llover, y todos empezamos a recordar las cosas que hemos querido tanto en la vida, haciendo regresar de esa forma, en coro, el don de la ternura para curar todos los males del mundo. Ser árbol, porque para ver el cielo hay que hundirse en la tierra. Vivir en la ciudad más triste que se pudo proyectar, y entonces salir a cazar vampiros en una noche que no acaba. La música llega a abrir el corazón, pero también es una forma de revolución. Música antiimperialista, música anticapitalista. En un tiempo en donde ocurre una guerra al norte de Europa. La sangre en Palestina, y golpes a la democracia en Latinoamérica, todo respaldado y financiado siempre por Estados Unidos. La música de Vegas ha sido también un grito, su influencia viene de América Latina. Es de izquierda. Sus acordes y letras son homenajes a Violeta Parra y Víctor Jara. Nacho es un activista, una leyenda que casi conoció a Michi Panero, y que aún hoy le duele España, los gobiernos de ultraderecha que están resurgiendo en el mundo. Por eso su música trata siempre de ser puño alzado, una revolución de claveles mientras las brujas se comen a los niños. Pero también son emociones, son recuerdos. Es amor y es odio. Viene de las vísceras. Logra ser capaz de compartirnos hasta lo más íntimo y profundo de él. Las cosas que lo elevan, pero también cuando ha llegado a tocar fondo. La muerte de su padre, las muertes de sus amigos. Nos lo comparte y nosotros lo recibimos, nos lo adueñamos de alguna manera. Así, todos junto con él, esta noche gozamos y sufrimos, nos reconciliamos, mientras afuera estallaba la gran bomba final. Y entonces, en un momento sin más, algo de pronto surgió. Sentimos haber llegado a un acto de comunión, en donde todos ya éramos sustantivo en común. Alcanzamos el éxtasis. Y sin saber cómo, hacia el final tremendo, el orgasmo, todos, sin más, nos encontramos de pronto llorando. El de a un lado, el de frente, el de atrás. Sin habernos dado cuenta, todos, absolutamente todos, estábamos llorando. Nos quebramos, se nos rompió el alma. Nos estábamos desangrando. Había aparecido el dolor. Todas las heridas que esta noche cargábamos, cualesquiera que fueran para cada uno, de pronto nos dolieron hasta el fondo. Nos abrazamos entre desconocidos, y seguimos llorando, hasta salir del recinto, cuando la noche se nos vino encima, como agua. Así era, y así es. Así será. Porque entre el dolor y la nada… siempre… siempre… siempre… elegiremos el dolor. Así es Nacho. Así nos lo dio todo. Un artista completo. Puto amo. Máster del universo.

Víctor Daniel López
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Ballet «Tres Poemas», Wang Yuanyuan

Durante mucho tiempo hemos estado en búsqueda de la comprensión de los rasgos que nos caracterizan como seres humanos. El entendimiento de lo profundo, lo sensible y las raíces de donde se ha alzado esta raza compleja que es el hombre. Buscamos inventar historias para entendernos. Creamos para volver al origen. Así es como Wang Yuanyuan, la directora escénica que dirige la compañía china de ballet contemporáneo «Beijing Dance Theater» nos regaló, bajo esta tesis, tres ejemplos claros, traídos en una bella muestra dancística a forma de poemas: Las manzanas como símbolos de deseo y tentación; el coraje, la valentía y la hermandad en tiempos de guerra; y el cuento inmortal sobre el amor no correspondido de Oscar Wilde: el ruiseñor y la rosa. Tres poemas que reflejan sentimientos e ideas que nos atañen a todos. Un cuerpo de danza, moderno, pero que para llegar a ser ello, escarba en sus raíces y tradiciones orientales más ancestrales. Regresa para avanzar. Nos trae lo sensible y lo bello.

Víctor Daniel López
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«El corazón de las tinieblas», Joseph Conrad (adaptación de Peter Kuper)

Bellísima, extraordinaria, edición sobre la magistral obra de Joseph Conrad. Editada por Fondo de Cultura Económica, en Español, llega esta obra maestra adaptada por el gran ilustrador Peter Kuper, en las que, como Coppola en «Apocalypse Now», nos sumerge en el terror de la jungla. Coppola lo hizo en Vietnam. Kuper respeta la versión original y nos lleva al Congo. A través de sus dibujos podemos sumergirnos aún más bajo los árboles que cubren el cielo, mientras vamos navegando por el río en búsqueda del hombre misterioso, el hombre-deidad, el hombre que, se dice, lo puede todo: el señor Kurtz. Y sólo a través de él, de la oscuridad de la noche en la selva, de una latir en las tinieblas, es que podremos vivir, sentir, observar… ¡el horror! Peter Kuper logra algo magistral, una obra que, dentro de la novela gráfica, pasará a la historia, inmortal, como la obra del propio Conrad.

Víctor Daniel López
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«En islas extremas», Amy Liptrot

Este libro me habló desde que lo abrí en una librería de editoriales independientes y me sumergí en un párrafo tomado al azar, por la mitad. Fue de esas veces en que los libros eligen a uno. Al final, terminé descubriendo una sorpresa grande y maravillosa, una novela por una escritora escocesa ganadora del premio PEN Ackerley en 2017: Amy Liptrot. La historia es sencilla: una mujer que lucha contra su alcoholismo y el pasado de su infancia sufrida por la neurosis de su padre y la afectación familiar que esto conllevó. La historia es brutalmente profunda: las propias memorias de Amy y la cruda verdad, sin mentiras, a una voz sincera que nos comparte cómo estuvo a punto, varias veces, de perderlo todo. Amy es esa mujer que ha llegado a tocar fondo en su relación con el alcohol. Noches perdidas en Londres, andando de madrugada sin rumbo, sonámbula de noche y de día, llenando el trago una y otra vez para no dejarlo ir, para sentirse siempre en ese estado que la aleja de las sombras y dolores del pasado. No volver a ser consciente de quién es ella, es lo único que quiere. No sabe amar. La soledad es su refugio, pero también su monstruo. Perdida en la vida, se aleja cada vez más de sus orígenes: Las Orcadas, aquellas islas que forman el archipiélago al norte de Escocia, y que describe en su narrativa con una prosa magistral para envolvernos de humedad, asfixiaros para luego volver a respirar, llevarnos al mar en donde podemos ser testigos también de como emergen a la superficie las marsopas. Nos comparte las leyendas nórdicas que abundan en los restos hallados al fondo del mar, en los acantilados, como fiordos, que se elevan y en donde se contempla el horizonte. El ruido del viento, el silencio al crepúsculo, y la lluvia que arremete contra las casas como las olas contra las rocas. «En islas extremas» vemos una narración personal poderosísima que habla sobre la reconciliación. La libertad que encuentra la protagonista en la vuelta al hogar, en el simple acto de nadar en las frías aguas del océano, o en su búsqueda del rey de codornices. Será testigo de las alegres danzarinas, la magia que en aquel lugar recóndito del planeta ilumina los cielos de los colores verdiazules de una aurora boreal que trae esperanza. La lucha por estar sobria, la batalla ganada y las nuevas cosas que en lugar del alcohol ha hallado, ha aprendido a ver, le han dado una satisfacción más grande, y segura. Estas son las confesiones más íntimas y hermosas de un adicto. Te quiebra, te hace compadecer, pero al igual que Amy, te hace querer luchar por encontrar tu propia libertad.

Víctor Daniel López
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Película «Family Romance, LLC» de Werner Herzog

Werner Herzog afirma en una de las entrevistas que dio al estrenarse este film: «El siglo XXI será un siglo de soledad». Con la revolución tecnológica, los teléfonos, el internet y las redes sociales, nos iremos alejando cada vez más de la realidad. Nos mantendrán más conectados a otros para desconectarnos de nosotros, y también de los otros. Si desde siempre ha existido la mentira, ahora con estas nuevas herramientas se potenciará a un límite jamás imaginado. Y es que de eso trata esta película: la farsa del engaño. Casi que un documental, pues dentro de todo, nos cuenta una historia que es cierta: una empresa japonesa que se dedicar a poner en renta a su personal para suplantar identidades que la gente necesita y contrata para satisfacer carencias o vacíos, engañar para complacerse o complacer a otros. Family Romance LLC en realidad existe, en Japón. El protagonista Ishii Yuicho es el mismísimo dueño de aquel negocio que se lucra de las mentiras que se hacen pasar por un familiar, un amigo, una relación perdida que es necesario sanar. Seguimos, a través de la cámara que el mismo Herzog lleva todo momento en la mano, la historia de una madre que contrata los servicios para que alguien se haga pasar por el padre de su hija, y así, además de que ella tenga padre, gane su confianza y pueda acercarse más a ella. Pero todo es una mentira: el padre que es actor, las verdades que le cuenta la niña, lo que sube a sus redes sociales y las historias que se inventa. La madre que termina cayendo en su propia trampa, el hotel cuyo personal son solamente robots, y hasta los peces en el acuario también lo son. La muerte falsa para terminar con la falsedad, o la influencer que contrata a la agencia para fingir que tiene a una multitud de paparazzi fotografiándola en una calle concurrida. La felicidad de la mujer que ha ganado la lotería y se da cuenta que la felicidad no era el dinero sino la sensación ganar. Lo que se apuesta una y otra vez. Los rituales para saber el destino y los trenes que salen a destiempo. Werner Herzog utiliza su maestría para que, de una historia real, aún con las ficciones que él le impregna, nos traguemos todos su obra como verdadera, y para que al pasarnos por la garganta nos deje un sabor amargo. ¿Y si mis padres también fueron contratados por una agencia similar? Se pregunta el protagonista que es el dueño de esta tienda de disfraces. ¿Y si todo ha sido también una mentira? ¿Y si nada de esto, para todos, ha sido real? Nos cuestionamos al final. Y entonces entendemos que las mentiras son necesarias, en pequeñas dosis, y que son parte de nuestra naturaleza para sobrevivir en un mundo en donde cada vez hay más trucos y engaños.

Víctor Daniel López
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